Inkawasi Kañaris

Plataforma para el estudio, la promoción y la difusión de la cultura de los quechua hablantes de Lambayeque
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awananchik Procesamiento de la lana: la esquila y la formación del wanku

Para la fabricación de los hilos a partir de los cuales se forma el telar, las mujeres de la sierra de Ferreñafe deben primero esquilar a las ovejas que ellas mismas poseen y cuidan. Las ovejas son esquiladas una o dos veces al año, siempre durante la luna llena o al inicio de la fase creciente para garantizar que continúe creciendo y lo haga en abundancia como sucede con la luna.

La primera lana o uña de la oveja se asemeja al primer corte de pelo de los niños o landa, un ritual de origen prehispánico donde este primer pelo se vincula con la suerte del niño en su vida adulta. Por este motivo, la uña millwa tiene un trato especial, no debe teñirse y no se utiliza para confeccionar ciertas prendas. Además, cuando se esquila, se debe recoger hasta la última mota y las fibras inutilizables son enterradas cerca de un manatial, ya que de no hacerse podría afectar la furtura producción de lana de la oveja. Al finalizar la primera esquila, la oveja es tirada de cada una de sus cuatro patas diciendo: ĉunka ĉunka, allipta winanki, mamanchik killawan winanki, pampallata winanki, millwaykipis pampalla kananpaq!”[1] pidiendo a la lana que crezca abundantemente.

Tras un día que se deja para que la lana se enfríe, esta es lavada, secada, vareada (wipya-) cuidadosamente escarmenada a mano. Durante el escarmenado se separan los distintos tipos de fibras, las más cortas conocidas como mintu, son generalmente entregadas a las niñas para la elaboración de camas. Una vez escarmenas las fibras de lana se enrollan formando una especie de cono llamado wanku, un término que se utiliza para denominar a los bebés cuando están fajados, resaltando la vinculación de este proceso con el ciclo vital humano.

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Esquila de oveja, Cochapampa (Inkawasi) 2010

escarmenado y wanku

Socias de ASAMCEI escardando e hilando en Inkawasi 2014

awananchik Procesamiento del algodón: desmote y formación de las tortas y copos

La planta de algodón se cosecha dos o tres veces al año. Tras la cosecha, la planta se poda para evitar que crezca y facilitar la próxima cosecha. Una planta de algodón nativo puede vivir alrededor de una década. Tras la recolecta, el algodón se limpia manualmente para retirar los residuos y se solea durante unas tres horas para fijar el color y facilitar el desmote. Tras el soleado se procede a separar los distintos colores y se inicia el desmote (retirado manual de las pepas). Una vez retiradas las pepas (las cuales pueden ser usadas para producir jabón o aceite), las fibras se desenmarañan (escarmenan) dándole al algodón una forma circular llamada torta, compuesta de entre 20 y 25 capas de algodón escarmenado. Cuando la torta está formada, ésta se varea durante aproximadamente quince minutos con dos varas de membrillo para unir las fibras y facilitar el hilado. El vareado se realiza sobre un petate, aunque antiguamente era efectuado sobre arena fina. Una vez vareada la torta, ésta se enrolla para formar el copo, que a su vez se fija en el extremo de la rueca para su hilado. La rueca puede ser una vara que se sostiene con el brazo, igual que en la sierra, o también puede utilizarse una rueca de pie en forma de trípode.

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Socia de Manos Creativas desmotando, Bosque Pómac 2016

torta

Formación de la torta socia de Artesanía Sicán, Bosque Pómac 2016

vareado

Socia de Manos Creativas varendo, Bosque Pómac 2016

copo

Copo, Bosque Pómac 2016

awananchik Procesos de transformación: hilado, torcido, ovillado y teñido

El wanku en el caso de la sierra y el copo en el de la costa se colocan en la rueca para convertir las fibras en hilo. El hilado se realiza extrayendo la fibra y pasándola en medio de las yemas de los dedos con ayuda de una rueca y de un huso. En la costa y la sierra se utiliza como rueca una vara de aproximadamente un metro que las mujeres asen a su cintura para hilar (qalla en quechua) y que se completa con el huso (shukshu en quechua), una varilla de madera de unos 20 cm de largo que las mujeres sostienen con la mano opuesta a donde colocan la rueca. Aquí el hilado consiste en jalar con una mano las fibras haciéndolas pasar entre las yemas de los dedos, y, en enrollar el hilo ya formado con la otra mano en el huso. En la costa también se utiliza para hilar un trípode donde se coloca el copo y frente al cual se coloca la hilandera realizando el mismo proceso de pasar las fibras entre las yemas de los dedos y enrollar el hilo ya formado en el huso.

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En la sierra el hilado es entendido como una transformación esencial en el que la fibra, la millwa o lana, muere para renacer como hilo. El proceso de pasar y enrollar la fibra entre las yemas de los dedos se denomina como iluta wanchishaq, literalmente hacer que el hilo muera -especialmente cuando este proceso se realiza en exceso-, vinculado a la idea de la muerte como una transformación de un estado húmedo y tierno a uno más rígido y seco, del mismo modo que las fibras de lana pierden volumen para convertirse en hilo.  La fibra, que muerto al convertirse en hilo, renace en el shukshu como un bebé crece en el vientre materno, y siguiendo la idea de la muerte como el punto de partida o semilla de un nuevo ciclo.

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Socia de Manos Creativas hilando, Bosque Pómac 2016

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Mujer hilando en Kañaris, 2009

Cuando el huso o shukshu está lleno o untayan, una palabra que también se utiliza para hacer referencia los últimos estadios de la gestación, es ovillado junto con otro uso lleno de hilo, en una acción que se denomina masashar, poner juntos dos que forman un par.  Este ovillo de dos hilos, torcidos o no, es denominado runa[2], la palabra utilizada para referirse a las personas ‘completas’, algo que a lo largo de los Andes sólo se consigue con el matrimonio, resaltando la dualidad esencial del ser andino. El proceso de torcer (kawpu-) de estas dos hebras con la ayuda del huso o shukshu se realiza para ciertas prendas como los ponchos punchu, mientras que las faldas anuku o las alforjas alpurja se hacen con los hilos sin torcer. Al igual que en la sierra, en la costa los ovillos se forman de dos hebras provenientes de dos husos y sólo en el caso de algunos productos estas hebras son torcidas. La conexión entre las fibras y el cuerpo de las mujeres también se evidencia en la sierra en la idea de que, si se realiza el proceso del ovillado tarde en la noche, esto puede producir que los intestinos de la persona se ovillen como la lana, causando la enfermedad y posiblemente la muerte.

awananchik Teñido

Aunque en la actualidad no se tiñe el algodón nativo, el teñido de estas fibras con plantas y otros elementos naturales se utilizó extensamente en tiempos prehispánicos y por lo menos hasta finales del siglo XIX cuando aparecen los tintes sintéticos, y definitivamente en el siguiente siglo cuando irrumpen los hilos y textiles industriales. Entre estos tintes Brüning se refiere especialmente a una tinta violeta que extraían de un caracol de mar y que se podía encontrar en abundancia en las islas guaneras (Lobos de Afuera) frente a las costas Lambayecanas. Además, nombra el uso de la orchilla en Olmos, la cochinilla en la sierra y la madera del pai-pai mezclada con barros[3].

En la actualidad en la sierra todavía se tiñe la lana de ovino con tinturas no sintéticas, especialmente en el espacio de la artesanía textil. Mientras que la vestimenta tradicional es elaborada mayormente con los colores brillantes de las fibras sintéticas. Los elementos tintóreos utilizados son principalmente plantas y líquenes, aunque también se utiliza el barro podrido o la ceniza. El procedimiento de teñido consiste en el cocimiento del elemento tintóreo por varias horas –e incluso días- junto con las fibras, ya sea de la lana hilada o sin hilar. Aunque no es frecuente, con ciertos tintes se utilizan mordientes como la sal o la orina fermentada, para garantizar la fijación del color.

Mujeres de la asociación ASAMCEI tiñendo con chillka (verde) y rumi shapra (ladrillo).

Aunque existen gran variedad de plantas y elementos tintóreos, las más utilizadas son:

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Chilca, estampa 102 (Tomo III). Trujillo de Perú.
Baltazar Jaime Martínez Compañón y Bujanda

Andanqa, radal o nogal silvestre (Lomatia hirsuta), tiñe de color marrón.
Taya o tara (Caesalpinia spinosa),
tiñe de color gris.
Raíz, planta que crece en la jalca,
tiñe de color rosado.
Rumishapra o barba de la piedra, líquen que crece sobre las piedras de la jalca,
tiñe de color anaranjado.
Qalwinchu, planta de flores amarillas,
tiñe de color amarillo.
Chillka, (Baccharis latifolia),
tiñe de color verde.

En la sierra el proceso de teñido se entiende como una transformación esencial (sombra) de las fibras, por lo que no debe realizarse cerca de momentos de transformación. Por ejemplo, la uña o primera lana esquilada nunca es teñida ya que se entiende que esto afectará al resto de la producción de la oveja. Del mismo modo, las mujeres embarazadas no pueden teñir ya que se corre el riego de que el niño tenga manchas del tejido, y tampoco las mujeres en duelo pueden teñir por su cercanía con la transformación de la muerte.

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[1] Ĉunka es cuatro en quechua, aunque en la variedad de Lambayeque ya no utiliza para contar.
[2] El término runa es utilizado en la actualidad casi exclusivamente para referirse a los hombres (casados), pero sigue manteniendo el sentido de persona casada sin importar el sexo. Cuando se quiere diferenciar entre sexo masculino y femenino se utilizan respectivamente las palabras ullqu y warmi. Mientras que para denominar a los jóvenes no casados se utiliza china para las mujeres y chulu para los hombres.
[3] En: Shaedel, R. (1988) La Etnografía Muchik en las Fotografías de H. Brüning 1886-1925, Lima: Ediciones Corporación Financiera de Desarrollo (COFIDE), pp 95.

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